Alfa Romeo Alfetta 158/159

1479 cc, 8 cilindros en línea, compresor de 2 etapas, 2 árboles de levas en cabeza mandados por engranajes, bloque de aleación de aluminio con camisas húmedas y cámaras de combustión hemisféricas, chasis tubular, 305 Km/h de punta, suspensiones independientes en ambos ejes, caja de cambios trasera formando bloque con el diferencial, 425 Cv. a 9.300 rpm… tecnología punta?, sí pero en 1951! A mi me sale un relación específica de más de 287 CV/litro, en 1951!… Aquel motor fue proyectado por un señor llamado Gioacchino Colombo, quien más tarde diseñó el primer V-12 de Ferrari.
Fue el canto del cisne, la última evolución de esta generación de bólidos Alfa Romeo que corrieron en los albores del campeonato del mundo de Fórmula 1 en una escudería que estaba en aquel entonces dirigida por alguien que más tarde bautizaría con su nombre a la marca de automóviles más famosa, exclusiva y laureada del planeta y que no puede ser otro que Don Enzo.
Ante estas cifras abrumadoras no puedo más que preguntarme: hemos avanzado algo?… Permitidme que os dé mi humilde opinión; ahora tenemos motores eficientes con consumos de 3 litros, plásticos ecológicos, sistemas bluetooth, navegadores, catalizadores, colores pastel, sistemas antifatiga que nos despiertan con una pequeña vibración en el trasero si pestañeamos más de la cuenta, ayudas al aparcamiento, climatizadores que son capaces de controlar la temperatura del habitáculo por sectores y con una precisión de una millonésima de grado, sistemas híbridos con baterías, ruedas que se frenan solas controladas por un cerebro electrónico para que la trayectoria sea la que se supone que debe ser, informaciones en el parabrisas, voces electrónicas que nos arrullan y nos mantienen informado acerca del tráfico y del estado de nuestro vehículo, asientos calefactables, bufandas de aire que salen del asiento y un confort y silencio comparable al ruido que hace un frigorífico cuando se pone en marcha. ¿Hemos avanzado algo?, No.
Perdimos la visión, la pasión, la música celestial de los motores pidiendo pasar a la siguiente marcha, el tacto de un engranaje en nuestra muñeca, el retorno de la dirección al superar el vértice de la curva, el olor del aceite cuando se calienta, la autonomía de poder jugar con la zaga y dibujar esa sonrisa bobalicona que se te pone cuando el volante apunta al mismo lado que las ruedas traseras, el quejido del metal del escape cuando se contrae al enfriarse, las trompetas cromadas de los carburadores, el feeling de la máquina trabajando metal contra metal con la gasolina y el aceite fluyendo por sus entrañas a presión, como la sangre lo hace por nuestras arterias. Estamos perdiendo los coches, cada vez nos alejamos más de una época gloriosa en la que los automóviles tenían alma, tenían personalidad y eran capaces de despertar sentimientos y pasiones. No hemos avanzado nada.
No me gustan los frigoríficos, no me gusta que vibre el asiento ni que me lo calienten con una resistencia, las bufandas de aire me parecen una broma y la voz del navegador la llevo siempre apagada porque me irrita que me hable una máquina electrónica. Además, ahora que los coches gastan 3 litros, la gasolina cuesta 10 veces más, así que hasta en eso hemos perdido. Paso de los electrodomésticos, a mí me gustan los coches!
En 1950 el equipo Alfa Romeo formado por Fangio, Farina y Fagioli a bordo del Alfetta 158 ganó seis carreras de las siete disputadas en el nuevo campeonato de F1 sin encontrar oposición durante más de diez años después de haber sido ingeniado por Gioacchino Colombo, reclutado posteriormente por Ferrari.
Grande Colombo!
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